sábado, 26 de diciembre de 2015


La  búsqueda de 
VERDAD JUSTICIA y REPARACIÓN


ARCADIO AL PIE DE UNA FOSA OLVIDADA:

Arcadio Ibáñez es un navarro nonagenario de Miranda de Arga, hijo de Arcadio, asesinado en Zaragoza en 1937 a la edad de 26 años a consecuencia del golpe de estado militar de Franco. Todavía hoy busca con voluntad vital de enamorado en fosas olvidadas del cementerio de Dicastillo a dos hermanos de su padre que corrieron la misma suerte. A pesar de su nombre, a Arcadio no le ha tocado vivir en una mítica Arcadia, paraíso idílico de pastores felices.

El 3 de agosto de 1936 fueron traídos en un camión al término del “Paracoches”, 8 vecinos de Miranda, secuestrados por los golpistas y asesinados en la noche. 

Casi siempre había junto a los verdugos un cura de la Cruzada por Dios y por España que se ofrecía a administrarles el sacramento del la confesión y llevaba la cuenta de los republicanos de izquierda, anarquistas, socialistas, comunistas, o nacionalistas vascos, que se arrepentían en el último momento de sus “muchos pecados políticos”, entre ellos reivindicar el reparto de tierras de las corralizas usurpadas por los ricos, y así evitar que fueran a penar eternamente en el fuego del averno después de pasar por el infierno terrenal, el que los matones fascistas habían extendido a sangre y fuego pueblo a pueblo.

Los divinos cruzados de Requeté y Falange asesinaron impunemente en Dicastillo a Felipe Elizalde Bueno de 43 años, fundador del Sindicato Único de Obreros y Campesinos, a Anastasio Ezquerro García de 33, ambos jornaleros de la CNT, a Ángel Ibáñez Sesma de 36 años del Partido Republicano Radical Socialista y a su hermano Joaquín Ibáñez Sesma de 25 años, presidente de las Juventudes Socialistas, a Ramón Iradier Osés, de 41 años, presidente de la Asociación de Trabajadores de la Tierra, a Germán San Juan Beruete de 32 años y de Unión Republicana, a Matías Tapiz Abrego, jornalero espartero de 52 años, padre de 12 hijos, que fue ejecutado con uno de sus vástagos, José Tapiz Tila de 26 años. Finalmente a Victorino Iturmendi Fernández de 31 años y de la UR, que salió ileso y escapó a Morentin donde tenía parientes. Al día siguiente fue denunciado y asesinado a tiros en el frontón, atado a una silla. De la masacre quedaron viudas y 18 huérfanos.

Los cadáveres de los jornaleros mirandeses fueron abandonados en la cuneta. Los vio Francisco, entonces niño de unos 10 años que estaba trabajando con su padre en el campo de amanecida. Su padre le dijo que no se acercara, que siguiera con el lomo agachado sobre el surco, pero la curiosidad infantil lo llevó hasta el lugar, y vio los cadáveres ensangrentados, y cómo fueron subidos a un carro, tapados con mantas y depositados en el cementerio. Por la tarde subido a las tapias con otros chicos, llegó a ver los bultos bajo las mantas, antes de que los sicarios los despacharan a pedradas.

El sepulturero municipal los enterró quién sabe dónde. Su hija Candi tenía entonces 8 años, y escuchaba aterrorizada los golpes violentos en la puerta de su casa que por la noche daban gente armada, obligando a su padre a salir y enterrar cadáveres abandonados en las cunetas. 

El 19 de agosto asesinarían a Genaro Luquin Busto de 26 años y de la UGT, tío carnal. Años después contaba su padre, muy rara vez pues no quería hablar de ello, que a los de Miranda los enterró en una zanja que tenía preparada, y como le daba cargo de conciencia amontonarlos de mala manera, los colocaba con respeto y ordenados, poniendo una capa de paja sobre ellos, como para separarlos de los que ponía encima. Lo más común era que a los asesinados los arrojaran maniatados como basura a un vertedero.

Este martes y miércoles, 22 y 23 de diciembre del 2015, en plena resaca electoral en España, seguimos abriendo fosas comunes. Días antes habían aparecido 6 cadáveres en Ibero. Pero la búsqueda de toda una vida de Arcadio ha finalizado sin resultados. Cuando era joven, nada más morir Franco, ya estuvo cavando a pico y pala con los familiares de Miranda en el cementerio de Dicastillo con escasos resultados, ya que encontró hostilidad, histerismo y tumulto por parte de vecinos maleducados en el terror y odio impuesto por la dictadura militar durante 40 años. No tuvieron más remedio entonces que apresurar la búsqueda, localizar algunos restos y marchar.

Parecía que ahora tocaba por fin encontrarlos, pero ni los testimonios recabados expuestos aquí, ni el metódico trabajo arqueológico de Aranzadi ha dado con ellos. Las labores se han realizado gracias a la financiación del Gobierno Foral de Navarra, el gobierno del cambio. Pero ha habido otro cambio importante que queremos resaltar. Esta vez jóvenes de Dicastillo han estado junto a Arcadio, al pie de la fosa vacía, recogiendo el testigo de la memoria que nos pertenece. Memoria prohibida en la dictadura y silenciada en la democracia de los pactos y de la impunidad. Entre estos jóvenes, nuestros futuros alcalde y concejales. Y con todos ellos, miembros de las asociaciones memorialistas navarras AFAFNA 36, Coordinadora Navarra de Pueblos por la Memoria Amapola del Camino y Autobús de la Memoria, promotores de iniciativas como la retirada de la simbología franquista de lugares públicos o la adhesión de los ayuntamientos a la querella argentina, en demanda de una justicia que no se obtiene en los tribunales españoles para que los crímenes de lesa humanidad del Franquismo sean juzgados.

Arcadio, quiero decirte que hoy podemos estar orgullosos de los jóvenes de nuestro pueblo, muy orgullosos. Que cuando un año antes, tú y tu mujer llevabais en vuestras manos las fotografías de los vecinos de Dicastillo asesinados en la celebración del Día de la Memoria de Navarra en el parque de Sartaguda, ya este pueblo empezaba a ser diferente del que tú dolorosamente recordabas.

Con el permiso póstumo del poeta del pueblo Miguel Hernández, muerto en las cárceles de Franco, nos vienen a la memoria versos de su Elegía a Ramón Sijé, en recuerdo de los desaparecidos, los tuyos y los nuestros, los de todos, los 3500 asesinados impunemente en Navarra, y los más de 160.000 republicanos de todo el estado Español, arrebatados violentamente de la vida, víctimas de un genocidio no reconocido. En homenaje a todos ellos, a sus viudas, huérfanos y familiares que hoy nos dais lecciones de dignidad, renace la voz del poeta de Orihuela en nuestras gargantas para tener presentes siempre a los que fueron pueblo trabajador, unido a la tierra en la vida y en la muerte, que seguiremos buscando aunque las fosas estén vacías.

Quiero escarbar la tierra con los dientes
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
Y besarte la noble calavera
Y desamordazarte y regresarte.
……….
María José Sagasti Lacalle

No hay comentarios:

Publicar un comentario