Homenaje a las Trece Rosas y
43 camaradas del PCE y JSU fusilados
el 5 de agosto de 1939
El
5 de agosto de 1939, trece mujeres, la mayoría menores, fueron
ejecutadas ante las tapias del cementerio del Este. Conocidas como las
“Trece Rosas” su historia sigue viva hoy en forma de libros, teatro,
documentales y cine.
Dos
días antes habían sido juzgadas en el tribunal de las Salesas, junto a
cuarenta y cinco compañeros más del PCE y de las Juventudes Socialistas
Unificadas (JSU). Se las acusaba de intentar reconstruir a las JSU, así
como de intervenir en "actos de sabotaje e intentos de complot". La
sentencia fue implacable, siendo condenados a muerte cincuenta y siete
de los cincuenta y ocho acusados: “Reunido el Consejo de Guerra
Permanente número 9 para ver y fallar la causa número 30.426 que por el
procedimiento sumarísimo de urgencia se ha seguido contra los procesados
(...) responsables de un delito de adhesión a la rebelión (...)
Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada uno de los acusados
(...) a la pena de muerte”. [1]
Todo
comenzó a finales de marzo, tras la entrada de las tropas de Franco en
Madrid. Con la mayoría de los dirigentes encarcelados o en el exilio, un
grupo de jóvenes, hombres y mujeres, se hizo cargo de la JSU y el
partido, con la intención fundamental de ayudar a los camaradas presos y
a sus familias y esconder a los perseguidos.
Poco
pudieron hacer, salvo la creación de algunos grupos. En mayo de 1939,
casi todos los integrantes del Comité Provincial de la JSU y parte de
los dirigentes del recién reorganizado PCE en Madrid habían sido ya
detenidos, al igual que miles de personas cuyo único delito era ser
“rojas”.
Una
de las acusaciones que se les imputaron a los jóvenes de la JSU
detenidos fue la colocación de unos pasquines en algunas calles
madrileñas con anterioridad a la celebración del día del desfile de la
Victoria que decía: “Menos Viva Franco y más pan blanco”.
A
las cuatro de la madrugada del día cinco de agosto, un camión viejo y
destartalado se detenía ante la puerta de la cárcel de Ventas. Poco
después salieron las trece jóvenes que desde hacía varias horas
permanecían en capilla. Según comentaría María del Pilar Parra, una
presa que se encontraba en aquel momento asomada a la ventana: "Pasaban
repartidores de leche con sus carros. La Guardia Civil los apartaba. Las
presas iban de dos en dos; tres guardias civiles escoltaban a cada
pareja. Las presas fueron subidas en grandes camiones. Desde donde yo
estaba, en el cuarto piso, no se las podía ver con claridad. Pero
parecían tranquilas. Llevaban la cabeza muy levantada". Primero fueron
fusilados los hombres y posteriormente las mujeres. Los tiros de gracia
de "Las trece Rosas" se oyeron hacia las ocho.
Sobre
la mesa del despacho de Carmen Castro, directora de la cárcel de
Ventas, quedaron las solicitudes de indulto que cada una de las
condenadas había redactado el día 3, al volver de la vista en las
Salesas, para pedir clemencia al Caudillo, y que la directora no había
querido tramitar.
En
realidad se trataba de un acto de venganza del franquismo por la muerte
del oficial de la guardia civil Isaac Gabaldón, su hija y el conductor
en las cercanías de Talavera de la Reina, según señalaba el diario ABC
en su edición del día 6 de agosto:
"Decisiva
e inflexible, la Justicia ha quedado cumplida en sus leyes más
elementales con motivo del espantoso crimen que hace muy pocos días
costó la vida, por España, al comandante de la Guardia Civil D. Isaac
Gabaldón, a su hija, de diecisiete años, y al agente conductor D. José
Luis Díez. A las pocas horas del atroz suceso –atroz, además, por las
circunstancias en que se produjo- habían sido detenidos, no solamente
todos los ejecutores materiales, sino una compacta y considerable banda
de inductores, reclutados en los fondos más siniestros del marxismo y de
la criminalidad social, alentados desde algunos centros tenebrosos de
la revolución comunista. Respecto de esta banda de inductores, quedó
cumplida, en la mañana de ayer, la sentencia que dictó el Consejo de
guerra correspondiente."
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