Adjuntamos articulo del Compañero Pedro García Bilbao, miembro del Foro por la Memoria de Castilla-La Mancha sobre la reacciones publicadas en el diario "abc" de Toledo respecto al acto que se celebró en la capital regional como homenaje a los deportados toledanos a los campos de concentración nazis.
Apelar a la libertad de conciencia para defender la participación
voluntaria en el ejército nazi en una guerra de agresión, es algo que solo
muestra la degradación moral de quien tal cosa defiende. Hacerlo como reacción
a la instalación de una placa homenaje a quienes murieron en los campos nazis
es, además, indecente.
No es una afirmación retórica, por tres veces repite tal juicio en el ABC el sr. Girona Hernández en su artículo «Ecos imborrables de la historia» (ABC Toledo, 05/03/2016). El anticomunismo, a lo que se ve, justifica todo, hasta la decisión del Tercer Reich de arrastrar al mundo a la mayor matanza de la historia humana. El carácter «romántico» de la División Azul, el simpático afán de «devolución de la visita», pero sobre todo la pretensión de que el juramento a Hitler se limitaba a la «justificada» lucha anticomunista son parte de los mitos del franquismo ampliamente repetidos en el revisionismo actual.
El juramento de los «divisionarios» españoles
decía, efectivamente:
"¿Juráis ante Dios y por vuestro honor de
españoles absoluta obediencia al jefe supremo del ejército alemán, Adolf
Hitler, en su lucha contra el bolchevismo y que combatiréis como valientes
soldados dispuestos a dar vuestra vida en cada momento por cumplir este
juramento?"
Ampliemos el foco. ¿Cuál era el juramento de las
Waffen SS? Pues practicamente el mismo:
"Juro por Dios obediencia incondicional como
un soldado valiente que quiere estar preparado en todo momento para dar su vida
en la lucha contra el bolchevismo al comandante supremo de la Wehrmacht, Adolf
Hitler."
Los campos nazis, la guerra de agresión y la
política de exterminio del nazismo no fueron ejercicio de «libertad de
conciencia», fueron crímenes contra la Humanidad reconocidos
internacionalmente. No hay aquí equidistancia posible, no ha lugar escuchar las
razones de conciencia de los nazis para llevar a cabo su exterminio. Cuando se
estudia lo sucedido en los campos y en las tierras de la URSS sometidas a la
guerra total, los argumentos de los genocidas se reproducen para poder conocer
las dimensiones del horror y para mostrar la lógica criminal del exterminio,
pero no se apela a la «objetividad» o a la «equidistancia» moral.
El Tercer Reich dejó morir de hambre a más de tres
millones de prisioneros de guerra soviéticos; olvidar eso y molestarse por la
falta de comodidades en un campos de prisioneros en la dura postguerra de la
URSS, campos de los que volvieron pese a todo una gran proporción de los
prisioneros, es retorcer la historia para perpetuar el ditado de noche y
niebla. Hay una diferencia enorme entre un campo de internamiento y trabajo y
un campo de exterminio. Primo Levi, miembro de la resistencia italiana
deportado a Auswitchz lo ha dejado plasmado por escrito en obras estremecedoras
que son de obligada lectura en los colegios italianos.
¿Qué podemos esperar de sujetos que desprecian la
propia historia cercana de prisiones y campos de muerte como los existentes en
Ocaña, Uclés, Quintanar donde fueron asesinados por hambre, tortura o
ejecutados miles de toledanos de toda condición? Ante esto ni una reacción
moral, pero basta recordar a los deportados a un campo nazi que hasta 2016 han
permanecido en el olvido, para que se exija reconocimiento a los que de forma
voluntaria vistieron el uniforme de la Wehrmacht. En realidad no nos extraña este
vómito moral en un medio, el ABC, que rindió homenaje en portada a ese gran
líder anticomunista que fue Adolfo Hitler.
Toledo vio sus calles bombardeadas y a sus
habitantes asesinados por tropas alemanas, pero a lo que se ve estuvieron en
misión humanitaria, obligados por su conciencia. Toledo recibió también la
visita de Heinrich Himmler en 1940 al paso alegre de la paz; le acompañó su
ayudante el coronel de las SS Kurt Wolf y otros sujetos de la plana mayor de
las SS y el SD. Recorrieron el Alcázar de la mano de Moscardó y del alcalde de
Toledo, de todas las autoridades locales, de apellidos hoy muy vivos en la
política local y a lo que se ve muy orgullosos todos de sus amistades y
fraternidad con la cúpula nazi responsable del Holocausto y la Guerra de
Agresión, al fin y al cabo España fue el único lugar en el que pervivió una
victoria de Hitler, las otra guerras las perdió, la nuestra no; de hecho, sin
la intervención alemana del día 25 de julio de 1936, el golpe fracasado hubiera
acabado por ser dominado, habida cuenta del bloqueo del Estrecho por la heroica
Armada de la República Española, sólo una intervención extranjera pudo derrotar
a la República
Le recomendamos a los espíritus sensibles que no
soportan el modesto homenaje a nuestros deportados, que organicen efectivamente
un acto de desagravio y recuerdo a los nazis y sus aliados caídos por la
«libertad de España» como rezan las estelas de la Legión Condor. Que hagan
visibles las fotos de tan olvidada visita de la cúpula de las SS, que se vea bien
clara la infame presencia en Toledo de estos sujetos y sus hermanos españoles
de jauría —son las palabras de Himmler en el funeral de esa víctima del
terrorismo que fue Reinhardt Heydricht—, que aprovechen para intentar rescatar
sus motivaciones anticomunistas para sus actos criminales. Pueden invitar a
Andrea Levy, del Partido Popular, o al Embajador de Israel, o a los
representantes de las Comunidades Judías de España, o a los embajadores de
Francia, Inglaterra o Italia: seguro que comprenderán de inmediato las razones
de al ver los uniformes FeldGrau y las cruces de hierro de los veteranos que
juraron fidelidad a Hitler.
Es sabido que la impunidad de los crímenes contra
la Humanidad acaba por envilecer a las sociedades que se ven sometidas, ver
impunes a los verdugos, triunfantes sus ideas y socialmente reconocidos a los
que se beneficiaron de los crímenes, lleva a muchos a no saber moverse
moralmente. El nazismo, como el fascismo, o la variante hispana del
totalitarismo, el nacional-catolicismo, no precisaban traicionar sus ideales
para devenir genocidas, estaba en su propia esencia y definición. Es por ello
que en una contienda como la española o la guerra mundial 39-45 debería ser muy
fácil orientarse, basta con preguntar ¿en que lado estaban los nazis? Pues
bien, las personas decentes está claro que deben estar enfrente. Aquí no hay
equidistancia que valga. Churchill lo tuvo claro. Parece que el sr. Girona
Hernández no tanto.
Pedro Alberto García Bilbao
Foro por la Memoria
de Castilla la Mancha
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